Al día siguiente desperté en mi cámara, no espere ni un momento más y me levante de inmediato, me dirigí a la biblioteca, pero mi arduo intento de búsqueda fue en vano, el libro no estaba.

Subí a la plataforma, 12 de mis hombres me esperaban, estábamos listos para la aventura, nos dispusimos a ponernos los trajes, se abrieron las escotillas, se abrió la primera puerta, nos introducimos en el cuarto y se cerro, luego se lleno de agua y se abrió la segunda, podíamos hollar con seguridad, se pusieron en marcha los aparatos Rouquayrol y debido a la oscuridad de la cueva no tardamos en usar la lámpara Ruhmkorff.

La entrada a esa cueva era enigmática, pues apenas nos habíamos trasladado unos 10 metros al interior, se había hecho angosto el camino, de tal gravedad que me parecía que se acabaría en cualquier momento, pero no fue así, el primero de mis hombres que iba al mano tropezó cayendo en cuclillas ante lo que parecía un escalón, nos acercamos y alumbramos, en efecto, eran escalones con un estilo gótico, que ascendían en forma de caracol, perfectamente hechos de lo que parecía un material parecido al mármol color chocolate, comenzamos a subir.

Llevamos alrededor de 30 minutos subiendo y nos encontrábamos lo suficientemente agotados para proseguir con la aventura, pero era mediocre detenernos y regresar a estas alturas, sin embargo... temíamos que prosiguieran eternamente los escalones... lo cual desde mi punto de vista era imposible, pero desde lo de la noche anterior comenzaba a creer que ahora todo era posible. Me encontraba absorto en estos pensamientos cuando sin poder controlarlo me recargue de más en un tipo de pared no tan estable, rompiéndola en pedazos como si se tratara de papiro, al momento acudieron todos a mi auxilio. Al levantarme pudimos ver claramente una... o mejor dicho otro camino... lo tomamos y en menos de un minuto ya estábamos en otra habitación totalmente oscura. Uno de mis acompañantes alumbro el techo de la cueva, cual fue nuestra sorpresa el ver el mar arriba!!!, el agua tan tranquila y pacífica era lo que conformaba el techo de ese extraño lugar, podíamos ver nuestros propios reflejos, a Roman se le ocurrió tomar su propio reflejo... error... al momento fue tragado :S , lo intentamos sostener entre todos pero fue en vano, comenzamos de pronto a escuchar lamentos y al voltear atrás para regresar ya no había salida... así que no tuvimos opción que correr al interior de la nueva cueva.

Corrimos hasta tal punto que no podíamos más, llegando a un lugar donde el techo se había desaparecido y al voltear arriba podíamos ver claramente el anochecer con las miles de estrellas y las más maravillosas constelaciones, mire abajo y cual fue mi sorpresa !NO ESTÁBAMOS PISANDO NADA!, todos nos quedamos inmóviles del terror... esto era como un sueño.... apenas comenzábamos a pensar como actuar ante la situación cuando cada uno salimos despedidos con gran fuerza a diferente puntos de esa soledad, las estrellas comenzaron a caer, cortándonos como filosas navajas, por suerte no lograron hacernos tanto daño por los trajes, en eso vi una estrella completamente diferente, brillaba pero era de un color rojo carmesí, corrí para tomarla pues a comparación de las otras se mantenía quieta, al momento de llegar a ella se alejo un poco, como actúan los cuadrúpedos al ver por primera vez a un humano, no huyen rápidamente, sino que solo retroceden un paso para tentar el camino, observar y analizar, por un momento fue como si me sintiera... observado y analizado por esa estrella, estire mi mano y al momento se acerco y se poso sobre ella, como si hubiera accedido a ser tomada por mi, al momento observe como cambiaba de forma y tomaba la de un collar, con una joya roja extrañamente opaca y sin brillo, me pareció extraño pues una piedra como esa debería brillar.
De este collar emano una luz tan cegadora que solo pude escuchar los gritos de mis compañeros y al poder abrir los ojos nos encontrábamos dentro del Nautilus...